Wednesday, October 31, 2018

Trump se enfrenta al ‘establishment’ en elecciones


A diferencia de los gobiernos de EEUU que lo antecedieron en el siglo XX, el presidente Trump no está al servicio del establishment financiero que controla la distribución del capital (los excedentes del sector productivo) y de su burocracia que administra las relaciones sociales de dominación (el Estado). Trump es vocero de un sector minoritario de la oligarquía norteamericana que pretende recuperar parte o la totalidad del poder político que ha estado perdiendo en forma consistente después de la II guerra mundial. El enemigo de Trump es el establishment.



Entre 1895 y 1990 por cada dólar invertido en el sector productivo (industria y agricultura) se invertían 18 centavos en activos fijos, procesos de fusiones y absorciones. A partir de 1990 por cada dólar invertido en impulsar la economía productiva, las empresas en EEUU gastaron 68 centavos destinados a procesos de reestructuración y concentración empresarial. Como consecuencia, en los últimos veinticinco años la cuota de mercado de las 100 mayores multinacionales del mundo se duplicó, pasando del 9% del total mundial en 1990 al 21% en 2017.
En las elecciones de 2016 Trump logró organizar una campaña político-electoral que primero le permitió secuestrar al Partido Republicano (en agosto) e, inmediatamente, conducir al partido de Lincoln a un triunfo electoral sorpresivo (en noviembre) que lo llevó a la Casa Blanca (en enero de 2017).
El enfrentamiento entre las dos fracciones del capital norteamericano es asimétrico. El sector más poderosos del establishment, que controla el capital financiero, no sólo sirve de pivote para las inversiones dentro de la economía norteamericana, también ha construido una red global que incluye Europa, pretende incorporar a China y, además, controla la periferia del sistema capitalista, que incluye América latina.
Según Krugman, Trump representa sectores importantes del gran capital industrial, de bienes raíces, agroindustrial y energético. Para equilibrar la asimetría en lo político, Trump logró alinear sectores importantes de la clase obrera empobrecida de EEUU y sectores que aún conservan una ideología conservadora (el “Tea Party”) así como los resentidos racistas. Para debilitar al sector financiero en el plano internacional, Trump, por un lado, se acerca a Rusia y, por el otro, le declara la guerra comercial a China.
Donald Trump se enfrenta a elecciones parciales la próxima semana. Los resultados de las elecciones en la Cámara de Representantes de EEUU (450 curules), programadas para el martes 6 de noviembre, abrirán nuevos escenarios que afectarán el futuro inmediato de ese país y del mundo. Está en juego la presidencia de Donald Trump. Si el Partido Republicano conserva su mayoría en el Congreso, se desatarán un conjunto de procesos promovidos por la Casa Blanca. Si pierde, se producirán otros eventos, algunos predecibles y otros menos.
¿Qué pasa si el partido de Trump gana en 2018? Lo más probable es que en 2020 triunfe en las elecciones presidenciales programadas para ese año y siga en la Casa Blanca hasta 2024. También existe la posibilidad de que intente eliminar la enmienda numero 25 de la Constitución de EEUU que impide que el jefe de gobierno ocupe esa posición por más de dos períodos. Esto significaría en el plano internacional un fin de la ‘globalización’ que pretendía acabar con las fronteras y dejar establecido un gobierno mundial controlado por los centros financieros y el poder militar de EEUU. En su lugar, algo igual de pernicioso, Trump contribuiría a consolidar el poder económico y militar – y cultural – centrado en EEUU convirtiendo el resto del mundo en sus ‘vasallos’. Los vasallos serían sus aliados tradicionales, igualmente sus contrincantes – residuos de la guerra fría -  así como la periferia. 
Esta posibilidad crea un escenario de conflictos sin precedente. Trump cree estar en condiciones de enfrentar al mundo y derrotarlo, utilizando sobre todo su enorme poderío militar. (El 70 por ciento de todos los gastos militares en el mundo se concentran en EEUU).
Si las elecciones de la próxima semana en EEUU no favorecen a Trump, puede tener la seguridad que no podrá reelegirse en 2020. Además, es probable que no llegue a 2020 como presidente. La Cámara de Representantes iniciaría en 2019 un juicio (impeachment) para destituirlo. El Senado actuaría como jurado ante las denuncias de la Cámara. En un escenario de este tipo pueden darse sorpresas. Sin embargo, lo más probable es que la maquinaria del ‘establishment’ logre apaciguar cualquier sector con ideas fuera del contexto constitucional.
1 de noviembre de 2018.

Saturday, October 27, 2018

San Romero: “Cesen la represión”



Hace 10 días la Iglesia católica santificó al arzobispo salvadoreño Oscar Romero. En la ceremonia, el papa Francisco vistió el cinturón litúrgico manchado de sangre que san Romero llevaba cuando fue asesinado el 24 de marzo de 1980. El día anterior a su muerte, el arzobispo había pronunciado un sermón en donde instaba a los soldados salvadoreños a desobedecer las órdenes de sus superiores:
“Quiero hacer un llamado a los hombres del ejército y a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice ‘No matarás’. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: cesen la represión”.
Para la misma fecha partió una Caravana de casi tres mil personas desde Honduras con destino a EEUU. Hombres, mujeres y niños van en búsqueda de la paz y de empleos. Las ciudades y los campos hondureños se han vuelto tierras de asesinatos a todos aquellos que aspiran a una vida mejor, a quienes quieren educar a sus hijos. Hace casi 40 años San Romero pidió que cesara la represión contra el pueblo. La matanza continúa y todo indica que no cesará.
Al igual que en otras regiones de América latina, EEUU y el resto del mundo, la desigualdad, la pobreza y la injusticia están a la orden del día en el triángulo norte de Centro América (Guatemala, El Salvador y Honduras).
Mientras los peregrinos caminan hacia la frontera sur de EEUU, llegó en forma sorpresiva a Panamá y a México el secretario de Estado de EEUU. En el caso de Panamá, le dio órdenes al presidente Juan Carlos Varela que desacelerara sus negociaciones comerciales con China Popular. Al presidente mexicano (a quien le queda un mes en el poder político) le ordenó que detuviera la Caravana que ya entró a territorio azteca. Los hondureños no pretenden entrar a EEUU en forma ilegal. En su gran mayoría buscan refugio en el país del ‘sueño americano’.
El secretario Mike Pompeo conoce muy bien las causas que promovieron la Caravana. Sabe muy bien como y quiénes originan los ‘problemas humanitarios’ pero todo indica que no tiene idea alguna de cómo controlar los efectos. Desde hace más de 150 años EEUU interviene directamente en los asuntos internos de México y Panamá, pasando por Centro América. La Caravana tiene su origen inmediato en el golpe de Estado en Honduras en 2009 y en el fraude electoral de 2017. EEUU tiene mas de siglo y medio explotando a Honduras y su gente. Cada vez que el pueblo quiere establecer un orden, Washington interviene militarmente y pone fin a los proyectos de desarrollo. La represión no cesa y los muertos se acumulan. EEUU es la fuente de las armas, entrenamiento militar y finanzas para esta barbarie. En el corazón de Honduras se encuentra la base militar norteamericana Palmarola creada para reprimir a todos los pueblos centroamericanos, comenzando por Nicaragua, El Salvador y Guatemala. En el siglo XXI se ha convertido en el cuartel central desde donde se reprime a los propios hondureños. En EEUU los hondureños también son reprimidos.
Las estadísticas hablan solas: miles de campesinos masacrados, centenares de activistas de derechos humanos muertos y decenas de periodistas asesinados. En EEUU los políticos dicen que las víctimas de las masacres son violadores. El presidente Trump ordenó cerrar la frontera y quiere movilizar el Ejército de ese país para enfrentar a lo que llama demagógicamente la ‘invasión’. ¿Convertirá la frontera entre México y EEUU en ríos de sangre?
Resucitará San Romero para pedirle a EEUU que cese la represión en su propia frontera. Washington y el centro financiero de Nueva York se llevan todas las riquezas del pueblo hondureño. Las empresas bananeras, las madereras, las azucareras, las mineras y otras incontables propiedades de trasnacionales norteamericanas no descansan extrayendo riquezas. La mano dura militar y la corrupción de la oligarquía da como resultado la migración. Trump (antes que él, Obama, Bush, Clinton y un largo etcétera) derrama lágrimas delante de los trabajadores norteamericanos acusando a los centroamericanos de ser los culpables de sus males.
Se oye el grito de San Romero: “¡Cesen la represión!”
25 de octubre de 2018.

Wednesday, October 17, 2018

La oligarquía panameña y el golpe militar de 1968

La tesis central de la ponencia que presenté en el XVI Congreso Nacional de Sociología  consistió en demostrar como la irrupción política de la Guardia Nacional en la institucionalidad gubernamental en 1968 tuvo como objetivo principal el reordenamiento de las relaciones entre las fuerzas sociales del país. La ponencia se preparó en el contexto del cincuentenario del golpe militar.

Todos los autores examinados coinciden en que los actores sociales principales del golpe de 1968 fueron la oligarquía, las capas medias, los sectores populares y EEUU. El instrumento que se utilizó para dar el golpe fue la Guardia Nacional. El objetivo central de este golpe fue reconstituir la hegemonía perdida de la oligarquía como consecuencia de la insurrección popular de enero de 1964. También destacan como detonante la insatisfacción de los mandos medios de la Guardia Nacional por los anuncios de una reestructuración de la institución armada.

Para alcanzar el objetivo deseado – recuperar la hegemonía perdida – era necesario desplazar a la oligarquía del poder político. Puede parecer paradójico que para resolver la crisis política de la oligarquía, esta misma tenía que desplazarse del poder. La oligarquía tenía dos problemas centrales que no era capaz de resolver. Para acometer la tarea, necesitaba la ayuda – ni más ni menos – de los dos actores sociales que eran sus problemas: Por un lado, los sectores populares y, por el otro, EEUU.
Para EEUU era claro que la insurrección popular ocurrida en enero de 1964 no podía repetirse. Este punto aparentemente no estaba claro en los círculos de la oligarquía.  Además, era urgente resolver ‘las causas del conflicto’ con EEUU en torno al Canal de Panamá.
El gobierno militar cumplió, aparentemente, con ambos objetivos. Por un lado, logró la firma de los Tratados de Canal con EEUU en 1977, bajo la conducción del general Torrijos. Por el otro, logró cooptar a segmentos importantes de los sectores populares. Lograda la misión a principios de la década de 1980, todo indica que había que reestablecer la hegemonía de la oligarquía. Torrijos lo tenía en su agenda cuando hablaba del retorno de la Guardia Nacional a los cuarteles. Lo pensaba en un contexto donde la correlación de fuerzas sociales sería otra a la que encontró en 1968. El general Torrijos fue eliminado del escenario en 1981. La recuperación de la hegemonía por parte de la oligarquía se hizo, en forma tardía, mediante una operación traumática que incluyó una devastadora invasión militar norteamericana en 1989.
Los autores examinados reconocen el papel de los cuatro grupos sociales mencionados al principio: la oligarquía, las capas medias, los sectores populares y EEUU. Coinciden que las condiciones para que se diera el golpe militar descansaban sobre la cambiante correlación de fuerzas. Algunos señalan que el golpe se dio en contra de la oligarquía dividida y debilitada. Otros plantean que fue a favor de una fracción de la oligarquía.
Sostenemos que el golpe fue promovido por la misma oligarquía incapaz de gobernar y temerosa de un desenlace con ribetes similares a la Revolución cubana. Esta solución a la crisis, galvanizada por la insurrección de enero de 1964, fue aceptada por EEUU. La falta de una dirección política coherente en las capas medias y en los sectores populares obligó a estos sectores a convertirse en observadores del proceso en la medida en que se desenvolvía. Para Soler, por ejemplo, se produjo una inclinación de los militares hacia soluciones ‘nacionales’, con la cooptación creciente de los sectores populares y capas medias. En cambio, la lectura del mismo proceso por Ardito Barletta abría las puertas a un populismo peligroso y contrario a la democracia liberal.
La Guardia Nacional cumplió su misión. Logró reestablecer un orden entre los 4 grupos sociales que le permitió a la oligarquía recuperar la hegemonía perdida y regresar al poder político en 1989. El sector ‘mayoritario’ de la oligarquía que menciona Soler asumió el poder político y la fracción ‘minoritaria’ (reformista) desapareció. A su vez, la institución armada resolvió el problema ‘nacional’ con los Tratados del Canal, negociados por Torrijos. Sin embargo, el desorden gubernamental que han caracterizado los 30 años de administración de la oligarquía ha desestabilizado la institucionalidad política y puede estar anunciando una solución traumática a la actual crisis. El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, ya le dio aviso a las ’20 familias’ que dominan la vida política panameña: O ponen orden o se arriesgan a otra intervención.
18 de octubre de 2018.

Wednesday, October 10, 2018

Los planes de EEUU para contener el avance chino en Panamá (II)




Esta es la segunda entrega de un artículo cuya primera parte publicamos la semana pasada. El artículo centra su atención en un análisis que preparó un agente norteamericano que estuvo en Panamá cuando el Departamento de Estado le pidió a su encargada de negocios en el país que viajara a Washington para preparar la posición oficial de EEUU frente a los avances chinos en la región. En la primera parte abordamos la visión que tiene el agente sobre lo que negocia Panamá con los chinos. En esta entrega, veremos que propone EEUU para castigar a Panamá y contener a China.
Evan Ellis, profesor en la Academia Militar de EEUU, le preocupa  lo que EEUU percibe como agresividad económica de China y la pasividad de las “familias” oligarcas panameñas. Señala que entre los acuerdos que se negocian, está una línea ferroviaria de US$5 mil millones. (Producto de la imaginación del autor). Según Ellis, las inversiones propuestas por Pekín en áreas como energía, logística, telecomunicaciones y otras son ‘sospechosas’. Comenta que los chinos pueden adueñarse del complejo de puertos existentes en ambas entradas del Canal de Panamá. En la actualidad, los dos puertos de Cristóbal y Balboa ocupan el primer y segundo lugar, respectivamente, en movimiento de contenedores en América latina. 
Le preocupa a Ellis la posibilidad de que China pueda ganar los contratos para construir el cuarto puente sobre el Canal, la posible construcción a orillas del Canal de depósitos para almacenar derivados de petróleo y generadores de energía. En esta política agresiva por parte de China, Ellis menciona el interés de Pekín en la modernización del Ferrocarril Transístmico, construido entre 1850 y 1855 para transportar mercancías y pasajeros. China también está interesado en las 1,200 hectáreas descontaminadas recientemente a orillas del Canal. Además, China no pierde de vista la construcción de nuevos puertos en ambas costas (Atlántico y Pacífico) de Panamá.
Las medias verdades de Ellis llegan a la puerta de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Según Ellis, la ACP tiene una junta directiva corrupta que representa un riesgo para el Canal. Especula con el hecho que esos directivos son fácil presa de ofertas que no se ajustan a la ley. En su informe menciona al sindicato de los trabajadores de la construcción (SUNTRACS) al que acusa de ser cómplice en la introducción de miles de obreros chinos al país. Ellis confunde al sindicato con la Minera Panamá (empresa surafricana-canadiense de antecedentes sospechosos pero muy amiga de los intereses norteamericanos), conocida por ser una depredadora del medio ambiente a escala mundial. En complicidad con el gobierno panameño introduce obreros filipinos que no tienen derechos y son manipulados por la empresa. Esta práctica ha sido denunciada y combatida por SUNTRACS.
Cuando Ellis agota las medias verdades, presenta sus recomendaciones. Son alarmantes y peligrosas para Panamá y la región. Comienza diciendo que “cuando Panamá se desvíe de las normas internacionales (de Washington), EEUU debe tomar las acciones para reorientar el país con el fin de conservar la salud de sus instituciones democráticas”. Propone seguir las prácticas de Washington contra Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia. “Cuando Panamá no se porta bien, EEUU puede restringir el acceso a puertos norteamericanos de los barcos con bandera panameña, restringir el comercio de barcos que salen de puertos panameños con destino a EEUU (todos los barcos que utilizan el Canal de Panamá) y restringir el acceso al mercado de EEUU a instituciones y ciudadanos panameños”.
Si “Panamá no actúa según los intereses de EEUU o de acuerdo al espíritu de la amistad, sin infringir la ley, EEUU debe actuar encabezando un lobby de empresas marítimas que presionen al país”. Si Panamá insiste en este mal comportamiento, “EEUU puede negociar con Colombia para usar sus puertos”.
China no se queda por fuera de este panorama de reprimendas. Ellis plantea que EEUU debe ser firme con relación al gigante asiático. “Un enfrentamiento sobre Panamá puede ser preferible a que continúe la aceptación del comportamiento agresivo de China”. Una clara amenaza a Panamá y sus “familias” oligarcas. Hay que elegir: China o EEUU. Entre la potencia que está en ascenso o el imperio que está en descenso.
Panamá no tiene que escoger. Si tuviéramos un plan de desarrollo nacional la ruta sería muy clara. Un plan que beneficie a Panamá y su población. Plan que, en la actualidad, brilla por su ausencia.
11 de octubre de 2018.







Wednesday, October 3, 2018

Los planes de EEUU para contener el avance chino en Panamá (I)


Esta es la primera entrega de un artículo que publicaremos en dos partes. Comentaremos un análisis que preparó un agente norteamericano que estuvo en Panamá cuando el Departamento de Estado le pidió a su encargada de negocios en el país que viajara a Washington para preparar la posición oficial de EEUU frente a los avances chinos en la región. En la primera parte veremos que negocia Panamá con los chinos, según el agente norteamericano. En la segunda parte, veremos como EEUU podría castigar a Panamá y contener a China.
EEUU tiene una historia llena de intrigas, conspiraciones y corrupción. Igual o peor que los demás estados nacionales en el mundo. Desde el primer presidente, George Washington, en 1789, quien tuvo que soportar las conspiraciones de John Adams y Thomas Jefferson. En la actualidad, el presidente Trump se encuentra a diario inmerso en un intercambio constante de intrigas y ‘fake news’ con sus adversarios políticos.
Las armas tácticas incluyen amenazas, insultos y las mentiras cotidianas. Estas mismas herramientas las utiliza EEUU también para atacar a sus enemigos en el plano internacional. La estrategia de EEUU ha sido sistemática. Socavar la credibilidad de sus aliados y enemigos por igual. También desestabiliza las instituciones e, incluso, la identidad de sus competidores. Panamá tiene una larga historia soportando la política exterior de EEUU, que se remonta a mediados del siglo XIX.
Hace poco un agente de inteligencia de EEUU visitó a Panamá para recoger información sobre las relaciones diplomáticas entre el país istmeño y la R. P. de China. Su informe apareció en “Global Americans” (Smart News for Latinamerican Changemakers). El autor, Evan Ellis, es profesor de la Academia de Guerra de EEUU. En su artículo plantea como se prepara una campaña de desinformación. El trabajo publicado siembra 21 mentiras y/o medias verdades sobre las relaciones entre Panamá y China. También adelanta 12 recomendaciones para castigar a Panamá por su iniciativa que aparentemente no fue consultada con Washington.
En varias oportunidades se refiere a Panamá como un país dominado por un grupo de familias que tiene una institucionalidad frágil que puede ser arrollado fácilmente por China. Ellis dice que China “se aprovechará de la competencia económica entre las familias para convertirse en un jugador clave en la economía del país”. Estas familias son la oligarquía que se consolidó en Panamá en el siglo XIX bajo la protección política y militar de EEUU. En 1989 EEUU invadió militarmente a Panamá para devolverle el gobierno precisamente a esas “veinte familias”. Hace treinta años gobiernan sin interrupción el país. Todo indica que el establishment norteamericano no tiene aprecio alguno para la capacidad de su contraparte panameña.
También dice que “la captura estratégica por parte de China del gobierno de Varela y el grupo de familias se da mientras ambos países negocian un Tratado de Libre Comercio”. El autor pareciera sugerir que China quiere emular la política de EEUU hacía Panamá en el último siglo y medio. Más aún, insinúa que China quiere desplazar a EEUU de su posición privilegiada en el istmo panameño.
Entre las medias verdades menciona la crisis creada en Panamá por la ubicación de la Embajada china en la ciudad de Panamá. El gobierno de Varela causó revuelo cuando le propuso a China como opción un terreno en la entrada pacífica del Canal para construir el edificio que alojaría su legación. Ellis también se refiere a la incompetencia del gobierno panameño para informar sobre los acuerdos con China. Según él, los gobernante panameños pecaron de “secretismo” al no informarle al Departamento de Estado de EEUU sobre sus planes de establecer relaciones diplomáticas con China. Señala también que las propuestas económicas chinas son irracionales. Probablemente porque se negocian de manera bilateral sin la participación de EEUU. Cualquier acuerdo que beneficie a Panamá y al país del lejano oriente – sin la aprobación de EEUU - tiene que ser irracional, según los estrategas norteamericanos. En efecto, las propuestas chinas pueden desplazar no sólo a EEUU, también a Panamá si no logramos poner orden en nuestra política y comenzamos a elaborar un plan de desarrollo nacional con urgencia. Un plan que beneficie a Panamá y su población. Plan que, en la actualidad, brilla por su ausencia.
La próxima semana, con la segunda entrega, veremos las medidas que Ellis propone para controlar a Panamá y contener los avances chinos en el país.
4 de octubre de 2018.