Friday, April 27, 2018

El vía crucis de la ACP


Hace casi un cuarto de siglo se creó la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para administrar todo lo concerniente a la vía interoceánica después que se fueran los norteamericanos en 1999. Han cambiado muchas cosas desde entonces. El incremento de los peajes dispararon los ingresos para el fisco panameño, se construyó el tercer juego de esclusas para acomodar barcos mucho más grandes y la junta directiva se ha convertido en un club de millonarios.
Los miembros de la junta directiva de la ACP son nombrados por el presidente de la República. Todos los presidentes, desde 2000, han seleccionado empresarios para ocupar los puestos deliberativos de esa importante institución. La práctica tiene cierta lógica. En 1994 la entonces existente Autoridad de la Región Interoceánica (ARI) declaró que las áreas de la antigua Zona del Canal serían manejadas dentro de la lógica del mercado. (Decisión que echó por tierra el planteamiento del general Torrijos quien había dicho en 1978 que esa área sería administrada en beneficio de todos los panameños).
Muchos no están de acuerdo con esa máxima de la ARI y el hecho de que haya sido adoptado al pie de la letra por la ACP. Sin  embargo, en el espíritu del Consenso de Washington y de las políticas neoliberales, la sociedad civil y los sectores populares se plegaron. Los sectores más organizados del pueblo lo rechazan por considerar que es un despojo de lo que es de todos los panameños para beneficio de los millonarios del país.
En lo que no está de acuerdo la gran mayoría de los panameños, quizás con la excepción de los millonarios, es que ahora la junta directiva de la ACP está compuesta de millonarios y, además, corruptos. Entre los miembros de la junta directiva, en estos momentos, hay dos fugitivos buscados por INTERPOL. Hay otros que han sido acusados de manejos indebidos de contratos y compras que afectan bienes públicos.
La ACP se complicó en un conflicto laboral con los capitanes de los remolcadores que ayudan a los barcos durante su travesía por el Canal. Hace no mucho, por falta de seguridad, murió un marinero que trabajaba en un remolcador. Los capitanes piden que cada remolcador cuente con un mínimo de tres marineros. La ACP alega que con sólo dos unidades la seguridad de los trabajadores y del remolcador no corren peligro. El sentido común señala que primero está la vida de los marineros. La ACP piensa diferente y no está dispuesta a transar en torno a su decisión. Pareciera que la ACP cree que el negocio que maneja puede sacrificar vidas si eso garantiza los ingresos presupuestados. Incluso, lo justifica declarando que esas ganancias benefician al pueblo panameño. Hay que recordarle a la ACP que la sangre se derramó en el siglo XX para nacionalizar el Canal. No queremos sangre de trabajadores para garantizar las leyes del mercado.
El presidente de la República tiene que nombrar 2 miembros nuevos a la junta directiva antes de fin de 2018. También esperamos que reemplace los dos miembros que se encuentran prófugos. El presidente Juan Carlos Varela tiene que romper con la mala costumbre de nombrar millonarios. Tiene la oportunidad de nombrar cuatro panameños calificados para ocupar los puestos directivos en la ACP. Tienen que tener dos cualidades básicas, por lo menos. Por un lado, tienen que ser personas honradas, capaces de denunciar todo acto de corrupción. Incluso aquellos en los cuales queda personalmente involucrado por cualquiera razón. Por el otro, tienen que estar comprometidos con un proyecto de país. ¿Qué proyecto? Un proyecto que responda a los intereses de la nación. Los miembros de la junta directiva de la ACP no pueden estar en esos puestos sólo porque son socios del Presidente o amigos de sus allegados.
Los candidatos a directivos de la ACP que reúnen  las características mencionadas más arriba abundan en el país. Están en el mundo empresarial, gremial, académico e, incluso, en los partidos políticos. El presidente puede librar a la ACP del vía crucis que representa la corrupción antes de que sea muy tarde (no debe olvidarse que los chinos están en la puerta, con sus inversiones de centenares de miles de millones de dólares). Que piense en nombres como Mario Galindo H. (MOLIRENA), Juan Jované, Richard Morales y Julio Yao (académicos), Nelva Reyes (gremialista), para los puestos en la junta directiva de la ACP.
26 de abril de 2018.

Wednesday, April 18, 2018

La Cumbre se enredó en el ‘el camino a Damasco’


En medio de los discursos de los presidentes latinoamericanos que asistieron a la VIII Cumbre de las Américas en Lima, se levantó el vicepresidente de EEUU, Michael Pence, y salió del gran salón de reuniones. En otro recinto le tenían preparados algunos televisores para que pudiera seguir de cerca los bombardeos que había ordenado el presidente Donald Trump contra Siria. En la Cumbre algunos presidentes conspiraban para atacar a Venezuela y en Washington se daba la orden para lanzar 108 misiles hacia Damasco. Según el gobierno sirio y los militares rusos en Siria, 83 fueron interceptados e inutilizados.
Trump había anunciado que no asistiría a la Cumbre de Lima por estar ocupado con sus planes para atacar a Siria. Trump también ha dicho que un ataque militar contra Venezuela se encuentra en su agenda. Si el presidente Nicolás Maduro insiste en desarrollar políticas a favor de los venezolanos y realizar elecciones casi todos los años, puede ser blanco de una invasión. Al igual que EEUU, que buscó al Reino Unido y Francia para atacar a Siria, Trump pretende movilizar a Colombia, Argentina y quizás otro país para servir de pantalla de las tropas del Comando Sur contra la patria de Bolívar.
Los presidentes latinoamericanos reunidos en Lima no pudieron sacar un pronunciamiento sobre la situación actual de la región. El presidente boliviano, Evo Morales, se pronunció en contra de los planes agresivos de EEUU y sus socios. El discurso del presidente argentino, Mauricio Macri, que debió abrir las compuertas para iniciar el ataque contra Venezuela, no logró su cometido. La oposición a las maniobras contra el gobierno de Caracas no encontró eco en la mayoría de los presidentes e, incluso, generó dudas entre los partidarios del Grupo de Lima.
El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, prometió convertir en ley los acuerdos de la Cumbre. Siguiendo el ejemplo de EEUU, Varela ‘sancionó’ a los dirigentes del gobierno venezolano y a algunas empresas de ese país con anterioridad a la Cumbre.
La representación panameña perdió la oportunidad de utilizar la tribuna de la Cumbre para rechazar el bombardeo de Siria y las amenazas contra Venezuela. Hace casi 30 años, en 1989, Panamá fue objeto de un bombardeo cruel e innecesario por parte de EEUU. Sólo sobre la ciudad de Panamá (el barrio de El Chorrillo) fueron lanzadas casi mil bombas, causando miles de muertes (se desconoce el número exacto).
La causa detrás de la invasión de EEUU a Panamá era interna y externa. Por un lado, el presidente Bush (padre) quería demostrar al electorado norteamericano que era un ‘macho-man’. Por el otro, secuestró al general Noriega quien durante la década de 1980 había sido su socio en materia de espionaje internacional.
En la actualidad, Trump utiliza la fuerza militar para agitar a sus partidarios internos y amedrentar a sus aliados y no aliados en el exterior. En noviembre del presente año, EEUU celebra elecciones parciales y Trump está decidido a no perderlas. Tiene que repetir sus triunfos en los estados más difíciles donde hay mucho desempleo. Puede crear empleo precisamente generando guerras en el exterior que demandan cada vez más armamento. Arabia Saudita ya prometió comprar US$200 mil millones en armas en los próximos 4 años.
En el exterior Trump presiona a sus aliados a comprar más armas norteamericanas para atacar a sus enemigos creados por las campañas mediáticas (Siria, Ucrania, Corea del Norte y Venezuela). Al mismo tiempo, le impone sanciones a Rusia (castigando con sanciones a empresas de ese país) y a China (elevando las tarifas a las importaciones del gigante asiático). 
Con razón Trump no encontró el tiempo necesario para participar con sus homólogos en la Cumbre de Lima. Estaba bastante ocupado atendiendo asuntos que considera más importantes. Entre ellos la reconsideración por parte del ocupante de la Casa Blanca de reincorporar a EEUU al tratado de libre comercio del Pacífico. En un futuro próximo puede resucitar el proyecto de libre comercio para el Hemisferio Occidental llamado ALCA. Entre los países más opuestos a ese pacto comercial se encontraban Argentina y Brasil, hoy partidarios de las iniciativas de Washington.
A pesar de los errores, Panamá todavía puede enmendar sus malos pasos. Por un lado, servir de intermediario para encontrar soluciones a los conflictos. Por el otro, contribuir a unir la región en torno a los proyectos de desarrollo que beneficien a todos los pueblos.
19 de abril de 2018.

Wednesday, April 11, 2018

Panamá juega a perder-perder y EEUU aplaude




Las sanciones del gobierno panameño contra los dirigentes y algunas empresas venezolanas arrojaron como resultado dos grandes perdedores y un gran ganador. Entre los perdedores están Panamá y Venezuela. El ganador es EEUU. A la lista de perdedores se pueden agregar a todos los países latinoamericanos y del Caribe. Desde la Revolución cubana, EEUU no había logrado romper la unidad de los países de la región.
En el caso de Panamá el gobierno actual se deja torcer el brazo por EEUU para atacar políticamente a un país hermano cuyos jóvenes combatieron juntos en las batallas por la independencia hace dos cientos años bajo el mando del libertador Simón Bolívar. Además, Venezuela encabezó a los países de la región que se solidarizaron con las luchas por la soberanía de Panamá en el siglo XX.
El gobierno panameño debió haber asumido el liderazgo en la búsqueda de una solución en los diferendos entre EEUU y la patria bolivariana. Washington teme que va a perder acceso – en algún momento en el futuro – de los ricos yacimientos de petróleo en el arco del Orinoco. Intentó darle un golpe de Estado al presidente Hugo Chávez en 2002 y desde que llegó el mandatario Nicolás Maduro al poder ha tratado por todos los medios de desplazarlo sin éxito.
En una maniobra que pareciera tener un fuerte elemento de chantaje, EEUU logró que Panamá tomara medidas contra Venezuela. El contenido de las sanciones económicas encubren un objetivo político. Según la agencia de noticias del gobierno español, EFE, “EEUU instó a otros países en el hemisferio a imitar las medidas de Panamá” contra Venezuela.

Panamá publicó una lista de 55 venezolanos - entre ellos al presidente Maduro - y 16 empresas, que considera riesgos para la seguridad. Ya lo había hecho Washington. Según el gobierno panameño, se supone que Maduro y los otros en la lista son un "alto riesgo en materia de blanqueo de capitales, financiamiento del terrorismo y financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva". La resolución suscrita por el gobierno del presidente Varela se cae de su peso cuando plantea que Maduro y sus colaboradores financian el terrorismo y armas de destrucción masiva. Debieron ser más originales e imaginativos.
El Departamento de Estado en Washington reaccionó inmediatamente apoyando las medidas: "Aplaudimos el anuncio de Panamá... y respaldará otros esfuerzos en la región para combatir” al gobierno bolivariano de Venezuela. Washington no se quedó corto en dar a conocer sus intenciones al “instar a otros países en el hemisferio a imitar las medidas de Panamá”.
El gobierno venezolano anunció, por su parte, medidas de reciprocidad que afectan al gobierno panameño y a importantes empresas que tienen negocios con Venezuela. “Suspendió por 90 días prorrogables las actividades económicas en Venezuela de varios funcionarios panameños, incluyendo al presidente Varela, a la vicepresidente y canciller, Isabel de Saint Malo, así como 46 empresas del país”. Entre éstas a la línea aérea COPA y varios concesionarios de la Zona Libre de Colón (la segunda zona franca del mundo).
La maniobra de EEUU no sorprendió a los panameños ya que hace poco hizo que el gobierno le declarara la guerra al Estado Islámico, entidad autoproclamada de los sunitas en Irak. También Panamá ha votado contra Palestina y a favor de Israel en las Naciones Unidas. Desde principios del siglo XXI, Panamá ha vuelto a servir de trampolín del Comando Sur de EEUU para sus operaciones militares en la región.
Mañana se inaugura la Cumbre de las Américas, en Lima, donde se reunirán los presidentes que pretenden lograr una mayoría para condenar al gobierno bolivariano de Venezuela. El conflicto creado por el gobierno panameño forma parte de la estrategia de EEUU para aislar aún más a Caracas.
La agenda de Lima debería comenzar por plantear cómo reforzar la unidad latinoamericana. Igualmente, temas como la autodeterminación, los derechos humanos y la democracia. La unidad asegura – según lo planteara Justo Arosemena - la no intervención de potencias extranjeras en los asuntos internos de la región y de cada país latinoamericano. El enfrentamiento creado artificialmente entre dos gobiernos latinoamericanos - como es el caso de Panamá y Venezuela - debe evitarse. En este caso fue cuidadosamente planeado y promovido por un gobierno extra-regional. La Cumbre de Lima es el lugar ideal para examinar y condenar la intervención de EEUU en los asuntos internos de dos países hermanos.
12 de abril de 2018.


Wednesday, April 4, 2018

Nuestra solidaridad internacional es estratégica


La historia de Panamá ha sido dominada por sus relaciones con el mundo exterior. Durante la colonia era el paso obligado de los metales preciosos de origen peruano con destino a España. En la segunda mitad del siglo XIX sirvió de puente para unir las costas de Norte América. En el siglo XX EEUU intervino directamente en el Istmo para someterla a sus intereses globales: Construyó el Canal de Panamá, estableció bases militares y creó una Zona del Canal.

El siglo XXI se inició sin bases militares extranjeras, sin jurisdicciones extrañas (“Zona”) y con un Canal bajo administración panameña, resultado de las luchas nacionalistas y enfrentamientos sociales del pueblo con el ocupante norteamericano. Se derramó mucha sangre y se hicieron muchos sacrificios, pero el objetivo se hizo realidad: “Una sola bandera, un solo territorio”. La juventud fue la que encabezó las luchas populares, portando la bandera nacional y sus conocimientos adquiridos en las escuelas que finalmente derrotó a los usurpadores extranjeros.
Hay que reconocer también la labor diplomática de los políticos liberales. Sentaron las bases para desarrollar una estrategia que serviría para negociar con EEUU (Eusebio Morales, Harmodio Arias M., Roberto Chiari). Igualmente, hay que reconocer las contribuciones de nacionalistas como Jorge Illueca, Juan A. Tack y Omar Torrijos. Fue este último que logró reunir el equipo que, sobre los hombros agigantados de estudiantes, trabajadores y pueblo, sentó a Washington a la mesa para que firmara los tratados que reconocieron la soberanía panameña sobre el Istmo. El general Torrijos (jefe de gobierno entre 1972 y 1978) asumió el compromiso de negociar con EEUU unos tratados del Canal que fueran satisfactorios para las demandas del pueblo panameño. Para este fin su primer objetivo fue unir a los distintos sectores sociales del país. Políticamente si no era imposible, era una misión muy difícil. Los empresarios (burguesía) estaban divididos entre ‘nacionalistas’ y rentistas. Los obreros organizados desconfiaban de los militares. Los estudiantes estaban divididos y hacían demandas radicales (que al final casi todas se hicieron realidad).
Torrijos y el equipo que encabezaba también tenían que legitimar – convencer – al mundo y a los pueblos con sus respectivos gobiernos, que admiraban la valentía y coraje de la juventud panameña, que la causa nacionalista merecía ser apoyada. ¿Cuántas veces los dirigentes panameños habían desconocido las causas de otros pueblos en Nuestra América, Africa, Asia, Europa y los mismos EEUU? Sus votos en las Naciones Unidas (ONU), la OEA y otros foros creaban muchas sospechas. Torrijos hizo una campaña internacional que lo llevó a todos los continentes, comenzando por América latina, para convencer a los dirigentes y pueblos que la causa nacional era la de un pueblo que estaba cansado del neocolonialismo y la ocupación militar. Una primera señal que el mundo se cuadraba con Panamá fue la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en la capital panameña que hizo exclamar al canciller Tack: “EEUU vetó a Panamá, pero el mundo vetó a EEUU”.
Los países que antes tenían sus dudas sobre la causa panameña entendieron la posición del país. México, Venezuela y Costa Rica comprometieron su apoyo. Incluso, gobiernos como el colombiano, chileno y brasileño también. Los países socialistas, árabes, africanos, europeos y, sobre todo, la organización de Países No-Alineados se solidarizaron con Panamá. Entre los que más contribuyeron a la causa panameña fueron los dirigentes y pueblo palestino. EEUU quedó diplomáticamente cercado y sólo Gran Bretaña, Israel y Taiwán se quedaron apoyando la causa equivocada. En 1977 se firmaron los tratados del Canal y Panamá recuperó su soberanía gracias a las luchas del pueblo y la solidaridad internacional.
Fue una lección que todos los panameños aprendimos. El pueblo que tiene un gobierno que se solidariza con las causas legítimas puede estar seguro que recibirá a cambio el apoyo recíproco. Esta máxima se está socavando en la actualidad. En años recientes, en la región latinoamericana, EEUU ha formado un frente contra Venezuela y su pueblo. Panamá no ha manejado correctamente sus relaciones con sus vecinos para buscar una solución política basada en el respeto a la autodeterminación. Las agresiones económicas y amenazas militares son inaceptables. Igualmente, Panamá tiene que reconocer la coyuntura que vive Palestina que sigue siendo castigada por Israel que se ha convertido en una máquina asesina.
Nuestra soberanía es un derecho que el pueblo demostró que sabe defender. No podemos olvidarnos que la solidaridad internacional también es estratégica.
5 de abril de 2018.