Wednesday, July 25, 2018

El encuentro de Trump y Putin en Helsinki

El presidente Trump ha creado una tormenta dentro del “establishment” norteamericano con ramificaciones a todos los centros financieros del mundo. Desde el anuncio de su candidatura en 2015 se ha convertido en un dolor de cabeza (bête noire) para el sector de la clase dominante que promueve la “globalización” como estrategia para consolidar su poder a escala mundial. La reciente cumbre entre Trump y el presidente Vladimir Putin, de Rusia, en Helsinki, desató una histeria pocas veces vista antes en los círculos de poder de EEUU.
Antes de analizar la reunión con Putin, hay que recordar que Trump desconoció los tratados comerciales con sus aliados, introdujo la política de ‘tolerancia cero’ en la frontera con México y le declaró una guerra comercial a China Popular y a Europa occidental. El “establishment” norteamericano respondió sin misericordia por todos los medios a su alcance. A pesar de ello, en EEUU Trump sigue recibiendo apoyo de lo que él llama su ‘base social’ y de la derecha nacionalista en el resto del mundo.
Lo que la gran prensa del “establishment” llama errores de Trump (para usar un término muy suave), en realidad persiguen un objetivo muy claro. Además, muy peligroso para los intereses del poder económico concentrado en los centros financieros (sobre todo en la banca de Nueva York). El objetivo estratégico de Trump es debilitar al gran capital financiero y fortalecer el capital productivo (industrial) de EEUU. Para darle seguimiento a este objetivo, es imprescindible que Trump continúe en el poder político por lo menos hasta 2024 (dos períodos presidenciales). El primer escalón es ganar las elecciones parciales (del Congreso) en noviembre de 2018. Si no las gana es improbable que se re-eliga en 2020.
La consigna “EEUU Primero” sintetiza la política de Trump. En el escenario mundial tiene que subvertir la política globalizante para regresar a una economía mundial competitiva. Su punto de partida tiene como base el supuesto que EEUU puede ganarle a los demás países del mundo y someterlos a una “pax americana” global. La tesis globalizante, impulsada desde la década de 1970, por todos los presidente de EEUU, se basaba en poner fin a las fronteras, construir un súper gobierno mundial dirigido por tecnócratas y disolver las identidades nacionales. Los capitales del centro financiero de EEUU seguirían a la cabeza, en alianza con Europa occidental y con la nueva potencia emergente en China.
Los grandes capitalistas detrás de Trump quieren desmontar el esquema globalizante. Hay que minimizar los acuerdos comerciales, hay que desestabilizar a la Unión Europea y frenar el auge de China Popular. La Casa Blanca se ha convertido en un laboratorio donde se barajan las tesis más increíbles. Todas dirigidas a un fin: Acabar con el poder del “establishment”. En EEUU Trump cuenta con el apoyo entusiasta de una masa de trabajadores empobrecidos, pequeños emprendedores y grandes industriales a punto de quebrar. Otro sector de la población norteamericana ha girado hacia la izquierda, siguiendo el discurso de Bernie Sanders. El “establishment”, a pesar de su enorme poder económico y mediático (CNN, NBC, NYT, Hollywood) está acorralado y se siente acosado. Trump y su equipo lo saben y siguen provocando.
Helsinki fue el incidente más reciente y probablemente no será el último. En el “gran plan” elaborado hace un cuarto de siglo por el politólogo Zbigniew Brzezinski, Rusia era el eslabón más débil del sistema. Según esta tesis, Rusia es un país pobre en términos capitalistas pero militarmente muy poderoso. Tenía que desaparecer. En cambio, China tenía que convertirse en el socio de EEUU en un mundo globalizado. Cuando Trump viaja a Helsinki descarta las propuestas de Brzezinski, le ofrece a Putin una alianza y la estabilidad que tanto necesita. A cambio, Moscú se convierte en un “aliado” menor (similar a Japón y Alemania) en el gran tablero geopolítico.
En la estrategia de Trump, quedan por fuera China y el mundo marginado (‘tercer mundo’, ‘países subdesarrollados’ o ‘pobres’). Rusia es clave para encerrar a China desde el norte y el oeste. EEUU se encarga de contener el dragón por la costa oriental. El resto del mundo seguiría gobernado, según esta estrategia, por agentes serviles y, en última instancia, por intervenciones militares “humanitarias”.
El “establishment” sabe que el enfrentamiento es de vida o muerte. Califican a Trump como traidor a la causa capitalista globalizante y piden su destitución. Si Trump pierde las elecciones parciales en noviembre, el capital financiero organizaría un enjuiciamiento para separarlo del cargo antes de 2020.
En resumen, Trump aspira construir un sistema que mantenga un equilibrio geopolítico mundial con el centro en EEUU. Para ello tiene que desestabilizar a Europa occidental (Alemania), contener a China, apuntalar a una débil Rusia y mantener al resto del mundo en el caos neo-colonial.
26 de julio de 2018.

Wednesday, July 18, 2018

El plan de los partidos es saquear el erario público


La mayoría de los panameños reclaman cambios en el orden político que está totalmente carcomido, sin posibilidad alguna de recomponerse. Lo primero que exige el pueblo es un fin al despojo descarado de las riquezas del país por una pequeña oligarquía que gobierna desde hace casi 30 años. La corrupción se ha adueñado de las instituciones republicanas tanto del gobierno, como de los partidos políticos, pasando por una clase empresarial insaciable. Al mismo tiempo, los panameños piden que los gobernantes – elegidos por el pueblo – cumplan con los programas de trabajo que proponen. El crecimiento económico del país y la eficacia del gobierno para recaudar fondos, tiene que traducirse en una calidad de vida decente para todos, que incluya educación para las nuevas generaciones, salud igual para todos y seguridad en las comunidades del país. Desde 1990 desapareció la noción de tener un plan de desarrollo nacional. Cada quinquenio el partido que llega a administrar el presupuesto nacional tiene un plan muy bien elaborado para saquear el erario público. Los partidos se olvidan del país y su gente, y sólo piensan en los negocios con fondos públicos que aumentan las fortunas de sus patrones.

La semana pasada, con el anuncio de un aumento de la tarifa de electricidad del 8 por ciento, el gobierno se descubrió por completo. Sin justificación creíble se pretendió traspasar una cuenta millonaria de la empresa ETESA a los consumidores. Si en efecto la mala administración de las líneas transmisoras de electricidad son la causa del déficit, hay que pedir cuentas y castigar a los responsables. Los administradores y los políticos deben presentar, de una vez, sus renuncias. Los sectores populares, con los estudiantes universitarios a la cabeza, salieron a la calle a protestar. Fueron recibidos por las fuerzas represivas del gobierno, causando daños irreparables.
Los partidos políticos – llamados de gobierno y de oposición – guardaron silencio mientras que el pueblo se tomaba las calles. Además de los universitarios, salieron educadores, trabajadores y sectores de la ‘sociedad civil’. Los partidos políticos han perdido la representación de los diferentes sectores de la sociedad panameña. En este momento están enfrascados en maniobras pre-electorales. Su preocupación principal es llegar al solio presidencial y reelegir a sus diputados.
El escándalo de las tarifas de electricidad se suma al anuncio hecho la semana anterior de que los diputados tienen varias ‘planillas’ para nombrar sus seguidores y ‘servidores’ por la suma de 300 millones de dólares anuales. Planillas acordadas entre el Ejecutivo y el órgano legislativo hace varios años. También estamos presenciando el juicio del expresidente Martinelli  (2009 – 2014).
Se han dado 108 concesiones para construir represas sobre los ríos panameños. Hay un total de 41 que están operando. Los concesionarios constituyen lo que parece un ‘directorio’ de los financistas de los partidos políticos. Aparecen los apellidos que suelen ser mencionados por los medios de comunicación como los ‘dueños’ de los partidos.
Se acerca el torneo electoral de mayo de 2019 donde se enfrentarán los mismos partidos que se reciclaron hace treinta años, después de la invasión norteamericana de 1989. Cada uno tiene el mismo modelo para aplicar en su gestión administrativa. Por un lado, cumplir con las exigencias de los organismos norteamericanos en materia de economía y en lo referente a las políticas sociales: Mas desregulación, más flexibilización y más privatización. Además, reducir los presupuestos para la educación, salud y seguridad comunitaria. Por el otro lado, identificar los rubros presupuestarios más sustanciosos que pueden ser atacados y despojados de sus riquezas: Finanzas, infraestructura y el sector social.
Los partidos políticos, sin embargo, pierden cada vez más legitimidad y credibilidad.  Su poder de convicción se corroe y no pueden caminar con la misma agilidad de antaño. Sectores económicos que financian a los partidos están lanzando candidatos independientes con la finalidad de sondear a los votantes que no quieren saber de los partidos. Incluso, los pre-candidatos se desprestigian al salir a la palestra simplemente por la presencia del equipo partidista que le hace compañía. Los tres partidos más grandes (PRD, CD y Panameñista) realizarán primarias en los próximos dos meses. Ganarán candidatos que tienen alrededor de 30 años militando en los partidos. No hay caras nuevas ni propuestas que incluyan las necesidades del país. El partido de izquierda, el Frente Amplio por la Democracia (FAD), que no realizará primarias, tiene la oportunidad de presentar caras nuevas y propuestas contundentes.
19 de julio de 2018.

Thursday, July 12, 2018

AMLO: “Por el bien de todos, primero los pobres”



Toda América latina celebró el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el mundo aplaudió la madurez de los mexicanos decididos a enrumbar su país en una dirección que favorece a una población que supera los cien millones de habitantes. El presidente electo dijo que en su gestión todos tendrían cabida, con especial énfasis en los pobres y humildes.
El triunfo de AMLO en México presenta dos retos. Por un lado, una estructura social a lo interno del país que ha sido destrozada por las políticas neoliberales impuestas al país azteca por más de 30 años. Como consecuencia emergió una alianza política entre una nueva oligarquía concentradora del poder económico, una estructura política corrupta y una red mafiosa ligada al narcotráfico. La destrucción del agro y el desmantelamiento de la industria, por esta ‘santa alianza’, creó una enorme masa de población sobrante (desempleada) que se dirigió a EEUU en busca de trabajo. 
Por el otro, un panorama cambiante en el exterior que alteró radicalmente las relaciones de México con el mundo. El proveedor de mano de obra barata y productos de bajo valor agregado (agrícolas e industriales) a la economía norteamericana se volvió un problema catastrófico. Las alianzas con países de América latina y el resto del mundo giraron en una dirección inesperada y conflictiva. México abandonó la búsqueda de la paz en la región y decidió acompañar a EEUU en sus aventuras anti-populares y anti-nacionalistas. Según el programa de López Obrador, hay plena conciencia de estos retos y el nuevo presidente que tomará posesión el 1 de diciembre de 2018 ya tiene líneas de acción para enfrentar y resolver las crisis creadas por 3 décadas de políticas neoliberales.
En el frente social, AMLO ha declarado que sus dos objetivos centrales son la erradicación de la pobreza y la corrupción. “Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados. En especial, a los pueblos indígenas de México. Por el bien de todos, primero los pobres”. En la guerra contra la corrupción plantea “desterrarla del país. No tendremos problema en lograr este propósito porque el pueblo de México es heredero de grandes civilizaciones y, por ello, es inteligente, honrado y trabajador. La corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia”.
En lo económico señala que privilegiará la recuperación del sector agrícola y la revitalización de la industria. Por el lado de “los contratos del sector energético suscritos con particulares, serán revisados para prevenir actos de corrupción o ilegalidad”. López Obrador no pretende revolucionar el sistema capitalista. En cambio si pretende introducir cambios fundamentales. Para comenzar, se pondrá fin a las políticas neoliberales que favorecen la flexibilización del trabajo (informalidad en el empleo), acabará con la desregulación y pondrá fin a las privatizaciones de los recursos del país.
En política exterior, AMLO ha dicho que “seremos amigos de todos los pueblos y gobiernos del mundo. Se volverán a aplicar los principios de no intervención, de autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica a las controversias”. Este giro de 180 grados frente a los últimos cinco gobiernos neoliberales mexicanos tendrá un impacto enorme sobre la región. Además, López Obrador agregó que “con EEUU buscaremos una relación de amistad y de cooperación para el desarrollo, siempre fincada en el respeto mutuo”.
López Obrador tiene que lidiar con el presidente Trump, del vecino al norte, que ha declarado la migración de trabajadores que cruzan la frontera un peligro para la integridad nacional de EEUU. Ambos comparten un proyecto político nacionalista. En el caso de Trump, su consigna de ‘EEUU Primero’ le hace el juego a los trabajadores norteamericanos empobrecidos por las políticas neoliberales (globalización). Utilizó a México para hablar de la construcción de un muro y proteger al pueblo de los malos mexicanos del sur. Fue una herramienta electoral que todavía le está dando dividendos.
Con López Obrador, la Casa Blanca puede negociar un pacto que le permita a Trump garantizar la lealtad de esa masa de votos que necesita para su reelección en 2020. No es casual que el presidente norteamericano estuvo entre los primeros lideres mundiales que felicitaron a AMLO el 1 de julio.  Trump puede favorecer un acuerdo que le permita a México acabar con la corrupción, la red mafiosa del narcotráfico e iniciar un plan de desarrollo nacional.
12 de julio de 2018.

Thursday, July 5, 2018

El mensaje de Varela se olvidó del país


 El presidente Juan Carlos Varela pronunció su último mensaje anual a la Asamblea Nacional de Diputados en medio de una crisis política que proyecta incertidumbre para el futuro. Precisamente, una hora antes de su discurso, la Asamblea eligió a su nueva directiva formada por miembros de los dos partidos de oposición: el Partido Revolucionario Democrático (PRD) y el Partido Cambio Democrático (CD).
El presidente Varela se enfrentará a una Asamblea hostil durante su último año de gestión. Las denuncias de la Contraloría y sus intentos de investigar las planillas que manejan los diputados en la Asamblea provocaron un rompimiento entre los tres partidos mayoritarios. Por un lado, el Partido Panameñista (del Ejecutivo) y, por el otro, el PRD y el CD (que siguen controlando la Asamblea). 
La Asamblea le negó a la Contraloría acceso a sus finanzas. La mayoría de los diputados utilizan una planilla 080 para nombrar activistas políticos en sus respectivos circuitos electorales. En su mensaje anual, el presidente negó que había una crisis política. Al contrario, dijo que “a lo que algunos han llamado crisis institucional, yo lo denomino democracia funcional”. Agregó que “juntos (gobierno y Asamblea) estamos construyendo una democracia funcional donde se respeta la separación de los poderes y cada uno es responsable de sus acciones”.
Los diputados y el pueblo panameño fueron sorprendidos por esta nueva teoría que deben someter a estudio los politólogos. La corrupción y el clientelismo no pueden ser tolerados por la democracia, aunque sea en teoría. Cuando los pensadores de la Ilustración concibieron la ‘separación de los poderes’ no pensaron que se trataba de que cada órgano del Estado podía aprovecharse del tesoro nacional en forma independiente.
La mayoría de los panameños esperaban que el presidente Varela informara cuáles serían sus planes para sus últimos 12 meses en el poder. Por un lado, en lo político, querían escuchar que planes tenía en mente sobre la Asamblea Constituyente anunciada y la quinta papeleta. Por lo poco que dijo parece que ya no le entusiasma la propuesta inicial.  En su discurso de 35 minutos le dedicó un minuto a la Asamblea Constituyente:
“Mantenemos nuestra posición sobre la necesidad de una reforma constitucional vía una Asamblea Constituyente, hemos realizado las consultas con los grupos políticos, sociales, cívicos, gremiales y concuerdan en que son necesarias las reformas, no en el cómo realizarlas”. Es decir, no habrá Asamblea Constituyente.
Continuó diciendo que convocaría “a una reunión con los grupos consultados para debatir y consensuar una hoja de ruta que nos permita lograr los cambios constitucionales que reclama nuestra sociedad y que son necesarios para salvaguardar la democracia”. En otras palabras, es probable que prepare un paquete de reformas para que la apruebe esta Asamblea que la presentaría a la próxima. Tal como señala la Constitución Política vigente.
Por otro lado, en lo económico, se esperaba que el primer mandatario hablara sobre los acuerdos históricos firmados con la República Popular de China. En un período de 20 años, Pekín invertirá 400 mil millones de dólares en Panamá, según la información filtrada desde el Palacio de las Garzas. A este tema el presidente le dedicó menos de un minuto:
“El establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular de China ha permitido la llegada de un vuelo directo de Air China y hemos iniciado los estudios de factibilidad del tren Panamá-David”. La parquedad tiene sus límites. ¿Será que el gobierno no quiere compartir con los panameños los planes que tienen en mente con los chinos? Se anunció que el istmo panameño sería el ‘hub’ chino para toda América latina. Esta iniciativa transformaría la economía panameña y crearía enormes oportunidades para el desarrollo del país (si se hiciera dentro de un plan nacional). Reducir la relación de Panamá con China a un vuelo comercial con Pekín y un tren, no tiene mucho sentido.
Por último, en lo social, planteó que “en 4 años no se ha utilizado una sola granada lacrimógena de las 100 mil que había en inventario cuando inicié mi período”. Hay que reconocer que la violencia desatada por el actual gobierno fue menor que los anteriores. Pero hay que preguntarse ¿qué hace un gobierno con “100 mil granadas lacrimógenas”, o helicópteros de guerra y otros armamentos si no es para reprimir? Los humildes panameños que no tienen techo, ni agua y están sin empleo no entendieron el mensaje.
5 de julio de 2018.