Wednesday, January 24, 2018

La convención del CD y las lecciones políticas

Los partidos políticos siempre han estado asociados a intereses económicos. Desde la Revolución francesa en que surgieron los partidos en la Convención convocada por el rey Luis XVI. Un sector respondía a los intereses de una burguesía revolucionaria y el otro a los intereses terratenientes (monárquicos). La revolución que tuvo su epicentro político en París, fue violenta y sangrienta hasta que el Ejército con Napoleón a la cabeza puso orden: privilegió al partido (liberal) de la burguesía, le dio espacio a los terratenientes (conservadores) y se proclamó Emperador de los sans-culottes. La solución no fue muy estable pero le permitió a la burguesía francesa acumular enormes riquezas y competir a lo largo del siglo XIX con sus rivales a escala global (colonialismo e imperialismo). Las peleas entre conservadores y liberales eran superadas por el pueblo y el Ejercito que se pronunciaba a favor de uno u otro.

Esa tradición es seguida en América latina. Panamá no es la excepción. En nuestro caso, los militares pusieron fin a las constantes peleas entre liberales y conservadores y se tomaron el poder en 1968. Resolvieron el problema nacional (‘colonial’) con EEUU, promovieron políticas de desarrollo y terminaron agotados a fines de la década de 1980. EEUU les arrebató el poder – a sangre y fuego, con miles de muertos - a una institución desorientada y debilitada. Washington le traspasó parcialmente el poder a una oligarquía que había hecho oposición a los militares. Los invasores norteamericanos pensaban que la oligarquía (con un pasado que se remonta a la colonia española) podía gobernar en función de los intereses de los políticos en Washington y de los especuladores en Nueva York. 
Los partidos panameños, sin embargo, no han demostrado tener la capacidad para navegar en las turbulentas aguas de la política. Al contrario, las políticas públicas han sido un fracaso y el tejido social del país tiende a desmoronarse. En 1994 el retorno al poder del PRD (partido creado por el general Torrijos en 1978) evidenció que la oligarquía no tenía un partido político que le diera forma. Un cuarto de silgo más tarde, los partidos aún no tienen programa y sobreviven sobre la base del clientelismo. El sistema requiere de la corrupción para sobrevivir. Sin embargo, éste tiene sus límites.
La convención convocada por el Partido Cambio Democrático (CD), en días pasados, ‘destronó’ a Ricardo Martinelli y eligió como nuevo presidente del colectivo a Rómulo Roux. La convención despejó el camino para las elecciones presidenciales de mayo de 2019. Roux levantará la bandera del CD como candidato presidencial y competirá con los otros aspirantes del PRD y del Panameñismo. Todos los candidatos contarán con el visto bueno de la ‘elite’ económica panameña. Se completó el círculo político. Sólo una sorpresa puede modificar el escenario que se prepara para 2019.
Los 5 partidos políticos panameños de la oligarquía han perdido su autonomía frente al grupo financiero dominante panameño. Este sector que se agrupa en torno a un banco de la localidad y sus socios menores, vinculados a actividades logísticas y de bienes inmuebles, sobreponen – al proyecto de nación - sus intereses ‘pro mundo beneficio’. Desde la invasión militar de 1989 y el desplazamiento del poder político de las Fuerzas de Defensa (FDP), el sector vinculado a la gran banca, ha logrado subordinar a los partidos políticos. La dictadura militar (asociada al nombre del general Noriega entre 1983 y 1989) se transformó radicalmente para convertirse en una dictadura civil asociada a una pequeña elite dueña de la banca local. El Banco General, se unió al Banco Continental y estos con el Bancomer. Se completó el círculo financiero.
La banca panameña controla las iniciativas económicas y sociales que se toman en el país. Se siente protegida por su relación pasada con EEUU y, además, se siente optimista con las inversiones que prometen los chinos en el futuro. Pero enfrenta el mismo reto que tuvieron los ‘próceres’ en 1821 y en 1903. ¿Cómo gobernar a un pueblo que exige ser parte de las decisiones políticas? En 1821 buscó el alero protector colombiano del libertador Simón Bolívar. En 1903 negoció con la emergente potencia norteamericana. La oligarquía panameña aún no aprende a gobernar y no encuentra la clave. Una solución puede ser pactar con las otras clases sociales del país (al estilo de Torrijos). La otra alternativa es ser desplazada por quienes son capaces de gobernar.

25 de enero de 2108.

Wednesday, January 17, 2018

Sin educación no hay cambios ni desarrollo



Hace ya muchos años – o hace muchos gobiernos de turno – que se dice que el sistema educativo panameño ha colapsado. Lo mismo se puede decir de los sistemas educativos en los demás países de la región. Incluso, en EEUU que fue el modelo en el siglo XIX y XX, la educación pasa por una crisis que algunos llaman terminal. ¿A qué se debe esta situación que impacta a Panamá y a los demás países en forma tan negativa?
Existe una relación estrecha entre el desarrollo económico-social y la educación. Es una relación que funciona en ambas direcciones. Aumenta la educación – cuantitativa y cualitativamente – y se notan casi de inmediato las mejoras en la situación social y económica.
El sistema educativo panameño influyó – por lo menos entre 1910 y 1980 – sobre las condiciones sociales y económicas del país y de su población. Igualmente, el desarrollo socio-económico hizo demandas sobre un cierto tipo de educación. La educación en Panamá entre 1910 y 1980 estaba orientada a formar una clase media consumidora, cada vez más productiva y capaz de asumir los rápidos cambios. En la primera mitad del siglo XX, los colegios formaron una base social de clase media limitada que fue absorbida por el sector público (abogados, administradores, oficinistas, vendedores y otros). En la segunda mitad del siglo pasado, el sistema educativo – incluyendo la  Universidad de Panamá - siguió produciendo los profesionales mencionados más arriba y, además, médicos, ingenieros, pedagogos, profesores y técnicos altamente especializados (matemáticos, físicos, químicos, biólogos, historiadores, geógrafos) y muchos más. Estos eran absorbidos por una economía industrializada y un sector de servicios cada vez más dinámico.
En la década de 1970 Panamá no pudo combinar el crecimiento económico y las demandas educativas. En la década de 1980 se introdujeron las políticas neoliberales para proteger a los inversionistas y se descuidó el sector productivo de la economía (industria y agricultura). En un principio el sistema educativo se estancó y ya en el presente siglo colapsó.
Las políticas neoliberales tenían entre sus ‘consignas’ reducir el tamaño del aparato gubernamental. En realidad, la consigna no se refería al número sino a la calidad. En el sector educativo el cambio se sintió en el deterioro de los planteles y la falta de crecimiento según el aumento de la población. La calidad también fue disminuyendo al reprimir las expresiones creativas de profesores y estudiantes. El número y calidad de los estudiantes se estancaron. Los empleos comenzaron a disminuir, especialmente los productivos.
La clase media comenzó a reducirse. La incorporación parcial del Canal de Panamá a la economía impulso el sector de servicios pero las políticas neoliberales continuaron destruyendo la planta industrial y el sector agrario. La informalidad en el empleo comenzó a convertirse en una característica del país. En los estratos de edad estudiantil, los ‘ni-ni’ se volvieron la norma.
Para conservar el status de clase media, muchos padres de familia optaron por matricular a sus hijos en colegios ‘privados’. La educación es igual o inferior a la que ofrece la educación ‘oficial’. Sin embargo, el colegio particular tiene más status. Los padres consideran que los contactos que pueden hacer el hijo o la hija en un centro educativo particular contribuyen a su futuro.
Hay que rescatar el sistema educativo. Es urgente. ¿Cómo proceder? Hay muchos modelos pero sólo hay un Panamá. Hay que diseñar un sistema que responda a los intereses del país y, a la vez, de todos los panameños. Hay que darle prioridad a lo que el país quiere en los próximos 50 años. Hay que crear la infraestructura y preparar los planes de estudio. Pero, además, hay que crear las condiciones socio-económicas. La informalidad tiene que eliminarse para garantizar la estabilidad de la familia y poner fin a la deserción escolar.
El gobierno panameño acaba de firmar 19 acuerdos con China Popular para iniciar un plan de inversiones de 500 mil millones de dólares en 20 años. El plan consiste en crear un centro de operaciones gigante para el transporte marítimo, aéreo y terrestre a escala regional. Además, iniciativas comerciales, agropecuarias y turísticas. Se necesitará producir decenas de miles técnicos y profesionales a corto y mediano plazos. Hay que formarlos. Si los gobiernos neoliberales no son capaces de seguir el ritmo que significa la inversión china, hay que reemplazar el régimen político que gobierna a Panamá desde hace 25 años.

18 de enero de 2018.

Wednesday, January 10, 2018

“Una sola bandera”, la lucha continúa


El 9 de enero de 1964, hace 54 años, se produjo la insurrección popular contra la presencia colonial-militar de EEUU en Panamá. El país perdió la vida de jóvenes que no se recuperarán jamás. Sin embargo, modificó la correlación de fuerzas. EEUU cedió, 13 años más tarde, mediante una negociación, el territorio que ocupaba en el Istmo, evacuó sus bases militares y traspasó el Canal de Panamá.
Pareciera que la lucha por la soberanía había llegado a su fin. Se hizo realidad la consigna: “Un solo territorio, una sola bandera”. A pesar de los importantes logros obtenidos por los negociadores del general Omar Torrijos en 1977, la lucha continúa. Habían panameños que no querían que se cumplieran con los acuerdos. Una vez entrada en vigencia el Tratado, en 2000, tenían todo preparado para apropiarse de los beneficios que arrojaría el Canal sobre la economía del país.
A pesar de ese control sobre nuestra posición geográfica, los actuales dueños del país aún simulan que los logros de las luchas de la juventud panameña son del pueblo. Así lo dice la Constitución Política, las leyes que le dan vida a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y los discursos periódicos de los mandatarios. Cada vez que las organizaciones populares salen a las calles para conmemorar a los mártires, esos dueños ilegítimos tiemblan. Se dan cuenta que el pueblo todavía está en pie de lucha.
Antes de ayer, se conmemoró otro aniversario más de la insurrección del ’64. En esta ocasión fue evidente que Panamá está dividida en torno al Canal de Panamá y el uso que debe hacerse de las riquezas que produce para el país. Mientras que los trabajadores, estudiantes, profesionales marcharon desde las escalinatas del Instituto Nacional y del Monumento a los Mártires, hacia la Plaza 5 de Mayo, siguiendo las huellas de los caídos en los nefastos acontecimientos de hace 54 años, un sector social heterogéneo y comprometido con un proyecto excluyente se concentró en la Cinta Costera.
También fue evidente que la clase dueña del país apoyó sin vacilar a quienes se olvidaron del sacrificio de los mártires de enero y levantaron una ‘bandera falsa’ de la lucha contra la corrupción. Todos los medios se volcaron a la Cinta Costera e ignoraron a los sectores populares que marchaban rememorando las victimas de la agresión norteamericana.
El Movimiento Alternativa Popular, que marchó junto con organizaciones sindicales, grupos estudiantiles y gremios de todos los sectores, hizo un llamado a construir una Patria para todos. El Movimiento denunció el desgreño administrativo del régimen, que se remonta a la invasión militar norteamericana en 1989, que se hace obvio cuando se observa el deterioro de los servicios de salud, el colapso de la educación y el transporte. También denunció “la inseguridad, el alto costo de la vida y el descuido en el agro”. Recordó que “los gobiernos neoliberales no combaten la corrupción, porque ellos mismos son corruptos y viven de la corrupción”.

La Fundación Instituto Nacional organizó otro acto que efectuó una romería hasta la Llama Eterna que honra a los mártires al pie del edificio de la Administración del Canal. Igualmente, la Universidad de Panamá honró a los mártires con un acto en la Plaza Ascanio Arosemena en el Campus Universitario. Asistieron estudiantes, profesores y administrativos quienes escucharon a Olmedo Beluche, orador de fondo.
Entre los estudiantes que hicieron uso de la palabra, Mario de León citó al sociólogo Azael Carrera, quien afirma que existen tres interpretaciones sobre los sucesos del 9 de enero.
La primera de estas interpretaciones divorcia al movimiento nacionalista de su origen de clase y trata de aburguesarlo. Resalta sus figuras políticas (Roberto Chiari) y diluye la memoria histórica de la insurrección popular. Eliminó la cátedra de Relaciones de Panamá con EEUU y reprime las manifestaciones culturales.
La segunda interpretación es la historicista, que pretende ‘retratar’ los hechos tal como se produjeron. Sin embargo, no relaciona los datos empíricos con las contradicciones de la formación social panameña.
La tercera interpretación explica la insurrección popular del 9 de enero a partir de las contradicciones de clase que caracterizan a la sociedad panameña. No niega la existencia de una conciencia nacionalista en continuo proceso de maduración. Pero la explica como parte de una lucha por la hegemonía ideológica y dominación política.
Fue una jornada de aprendizaje. El camino es largo y se hará caminando.
11 de enero de 2018.

Monday, January 1, 2018

¡Los mártires de la gesta de enero de 1964 viven!

Todos los años lo panameños iniciamos el calendario recordando la gesta heroica de la juventud panameña – encabezada por los estudiantes – del 9 de enero de 1964 que transformó el país y abrió el paso hacia la recuperación de nuestra plena soberanía. Recordamos el sacrificio de los 23 mártires para el engrandecimiento de la Nación, aún en proceso de construcción. También debemos recordar el 31 de diciembre de 1999, cuando las columnas populares de trabajadores, obreros, empleados, mujeres y estudiantes marcharon al mediodía hacia las inmediaciones del Canal para tomar posesión de las instalaciones de la vía acuática hasta ese día administrada por EEUU.
A diferencia del 9 de enero – día de duelo – el 31 de diciembre es un día de celebración. El 9 de enero de 1964 marcó el final de una lucha de generaciones que culminó con la consigna ‘Un solo país, una sola bandera’. Los hijos del pueblo – los estudiantes – le habían arrebatado a la oligarquía y enterrado su bandera de ‘Pro mundo beneficio’.
Pero todos nos preguntamos porque no celebramos cada 31 de diciembre. Es una fecha que pasa desapercibida, sin gloria e ignorada por gobernantes y gobernados. La respuesta es sencilla. Los triunfos y logros de varias generaciones de panameños para perfeccionar su soberanía y ser dueños del Canal de Panamá fueron secuestrados por las mismas clases sociales que aplaudieron la invasión militar norteamericana de 1989. La consigna ‘Un solo país, una sola bandera’ fue pisoteada aquel 20 de diciembre para ser reemplazada por el lema que por muchos años acompañaba el escudo nacional: ‘Pro mundo beneficio’.
El Canal de Panamá aparece en la Constitución Política de la República como un bien público que tiene un solo dueño: el pueblo panameño. Sin embargo, la realidad es otra. El Canal de Panamá es propiedad de la clase ‘rentista’ que gobierna a Panamá bajo un régimen excluyente. Esa propiedad, sin embargo, está condicionada por los intereses del gran capital mundial y la fracción que domina el comercio marítimo mundial y sus grandes consorcios navieros. La Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) está compuesta por nueve directivos que responden exclusivamente a los intereses ‘rentistas’ panameños. No tiene ni un solo representante de algún sector productivo, trabajador, académico o agropecuario. Anualmente, la junta directiva se reúne con una Junta Asesora Internacional (los consorcios navieros) para tomar decisiones en torno al futuro de la vía acuática.
Las decisiones que se toman no tienen relación alguna con los intereses nacionales de Panamá. No hay un momento de silencio para honrar a los mártires y, mucho menos, un análisis de la situación del país. Todo indica que en esas reuniones internacionales hay cierto disgusto con los gobernantes panameños – por parte de los consorcios y los ‘rentistas’ - porque no han podido borrar de la memoria colectiva las jornadas del 9 de enero y su relación íntima con la Nación. Ese recuerdo se mantiene vivo gracias al pueblo y sus organizaciones que han sido excluidas de los círculos gobernantes desde la invasión norteamericana de 1989.
El pueblo panameño se ha dividido frente a muchos hechos históricos. La separación de Colombia todavía se debate, la creación de la Zona del Canal, también es materia de discusión las protestas sociales y la siembra de banderas. La gesta del 9 de enero se conserva intacta pero cada sector social del país lo considera parte de su patrimonio y lo conmemora por separado. No hay unidad. En 2018 la oligarquía quiere introducir un cambio en la estrategia para borrar la memoria histórica de los panameños.
Un grupo de panameños, desorientados, encabezado por un comediante, ha convocado a una concentración/marcha el 9 de enero para protestar por la corrupción en el país. Es una táctica de distracción que no debe subestimarse. Ha funcionado en el pasado y ellos apuestan a su éxito en el presente. Más aún, ante la falta de candidatos a la Presidencia para las elecciones en 2019, bien puede ser útil un comediante que tiene buen ‘rating’ en la programación televisiva. La iniciativa ya tuvo excelentes resultados en otro país centroamericano.
Todos tenemos que participar en las marchas del 9 de enero y llegar a la llama eterna en el monumento de los mártires. Los esperamos en las escalinatas del Instituto Nacional o en la Universidad de Panamá, también al pie del monumento a los mártires.

4 de enero de 2018.


¡¡Bienvenido 2018!!

A los lectores de este blog les deseo el mejor año de sus vidas en 2018. Será un año lleno de acontecimientos a escala mundial, regional y nacional. Vivimos un período de transición en que todo es posible y seguramente se producirán cambios significativos.
Los escritos semanales que aparecerán en el blog son un reflejo de lo que observo y analizo. Son experiencias producto de una realidad que comparto con compañeros y colegas y que también quiero compartir con los lectores. Agradezco a La Estrella de Panamá, por la reproducción de los artículos que me disciplinó a tal extremo que llevo casi 550 columnas semanales publicadas sin interrupción.