Todos los años lo panameños iniciamos el calendario
recordando la gesta heroica de la juventud panameña – encabezada por los
estudiantes – del 9 de enero de 1964 que transformó el país y abrió el paso
hacia la recuperación de nuestra plena soberanía. Recordamos el sacrificio de
los 23 mártires para el engrandecimiento de la Nación, aún en proceso de
construcción. También debemos recordar el 31 de diciembre de 1999, cuando las
columnas populares de trabajadores, obreros, empleados, mujeres y estudiantes
marcharon al mediodía hacia las inmediaciones del Canal para tomar posesión de
las instalaciones de la vía acuática hasta ese día administrada por EEUU.
A diferencia del 9 de enero – día de duelo – el 31 de
diciembre es un día de celebración. El 9 de enero de 1964 marcó el final de una
lucha de generaciones que culminó con la consigna ‘Un solo país, una sola
bandera’. Los hijos del pueblo – los estudiantes – le habían arrebatado a la
oligarquía y enterrado su bandera de ‘Pro mundo beneficio’.
Pero todos nos preguntamos porque no celebramos cada 31 de
diciembre. Es una fecha que pasa desapercibida, sin gloria e ignorada por
gobernantes y gobernados. La respuesta es sencilla. Los triunfos y logros de
varias generaciones de panameños para perfeccionar su soberanía y ser dueños
del Canal de Panamá fueron secuestrados por las mismas clases sociales que aplaudieron
la invasión militar norteamericana de 1989. La consigna ‘Un solo país, una sola
bandera’ fue pisoteada aquel 20 de diciembre para ser reemplazada por el lema
que por muchos años acompañaba el escudo nacional: ‘Pro mundo beneficio’.
El Canal de Panamá aparece en la Constitución Política de la
República como un bien público que tiene un solo dueño: el pueblo panameño. Sin
embargo, la realidad es otra. El Canal de Panamá es propiedad de la clase
‘rentista’ que gobierna a Panamá bajo un régimen excluyente. Esa propiedad, sin
embargo, está condicionada por los intereses del gran capital mundial y la
fracción que domina el comercio marítimo mundial y sus grandes consorcios
navieros. La Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) está
compuesta por nueve directivos que responden exclusivamente a los intereses
‘rentistas’ panameños. No tiene ni un solo representante de algún sector
productivo, trabajador, académico o agropecuario. Anualmente, la junta
directiva se reúne con una Junta Asesora Internacional (los consorcios
navieros) para tomar decisiones en torno al futuro de la vía acuática.
Las decisiones que se toman no tienen relación alguna con
los intereses nacionales de Panamá. No hay un momento de silencio para honrar a
los mártires y, mucho menos, un análisis de la situación del país. Todo indica
que en esas reuniones internacionales hay cierto disgusto con los gobernantes
panameños – por parte de los consorcios y los ‘rentistas’ - porque no han
podido borrar de la memoria colectiva las jornadas del 9 de enero y su relación
íntima con la Nación. Ese recuerdo se mantiene vivo gracias al pueblo y sus
organizaciones que han sido excluidas de los círculos gobernantes desde la
invasión norteamericana de 1989.
El pueblo panameño se ha dividido frente a muchos hechos
históricos. La separación de Colombia todavía se debate, la creación de la Zona
del Canal, también es materia de discusión las protestas sociales y la siembra
de banderas. La gesta del 9 de enero se conserva intacta pero cada sector social
del país lo considera parte de su patrimonio y lo conmemora por separado. No
hay unidad. En 2018 la oligarquía quiere introducir un cambio en la estrategia
para borrar la memoria histórica de los panameños.
Un grupo de panameños, desorientados, encabezado por un
comediante, ha convocado a una concentración/marcha el 9 de enero para
protestar por la corrupción en el país. Es una táctica de distracción que no
debe subestimarse. Ha funcionado en el pasado y ellos apuestan a su éxito en el
presente. Más aún, ante la falta de candidatos a la Presidencia para las
elecciones en 2019, bien puede ser útil un comediante que tiene buen ‘rating’
en la programación televisiva. La iniciativa ya tuvo excelentes resultados en
otro país centroamericano.
Todos tenemos que participar en las marchas del 9 de enero y
llegar a la llama eterna en el monumento de los mártires. Los esperamos en las
escalinatas del Instituto Nacional o en la Universidad de Panamá, también al
pie del monumento a los mártires.
4
de enero de 2018.
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