La mayoría de los panameños reclaman cambios en el orden político que está totalmente carcomido, sin posibilidad alguna de recomponerse. Lo primero que exige el pueblo es un fin al despojo descarado de las riquezas del país por una pequeña oligarquía que gobierna desde hace casi 30 años. La corrupción se ha adueñado de las instituciones republicanas tanto del gobierno, como de los partidos políticos, pasando por una clase empresarial insaciable. Al mismo tiempo, los panameños piden que los gobernantes – elegidos por el pueblo – cumplan con los programas de trabajo que proponen. El crecimiento económico del país y la eficacia del gobierno para recaudar fondos, tiene que traducirse en una calidad de vida decente para todos, que incluya educación para las nuevas generaciones, salud igual para todos y seguridad en las comunidades del país. Desde 1990 desapareció la noción de tener un plan de desarrollo nacional. Cada quinquenio el partido que llega a administrar el presupuesto nacional tiene un plan muy bien elaborado para saquear el erario público. Los partidos se olvidan del país y su gente, y sólo piensan en los negocios con fondos públicos que aumentan las fortunas de sus patrones.
La semana pasada, con el anuncio de un aumento de la tarifa
de electricidad del 8 por ciento, el gobierno se descubrió por completo. Sin
justificación creíble se pretendió traspasar una cuenta millonaria de la
empresa ETESA a los consumidores. Si en efecto la mala administración de las
líneas transmisoras de electricidad son la causa del déficit, hay que pedir
cuentas y castigar a los responsables. Los administradores y los políticos
deben presentar, de una vez, sus renuncias. Los sectores populares, con los
estudiantes universitarios a la cabeza, salieron a la calle a protestar. Fueron
recibidos por las fuerzas represivas del gobierno, causando daños irreparables.
Los partidos políticos – llamados de gobierno y de oposición
– guardaron silencio mientras que el pueblo se tomaba las calles. Además de los
universitarios, salieron educadores, trabajadores y sectores de la ‘sociedad
civil’. Los partidos políticos han perdido la representación de los diferentes
sectores de la sociedad panameña. En este momento están enfrascados en
maniobras pre-electorales. Su preocupación principal es llegar al solio
presidencial y reelegir a sus diputados.
El escándalo de las tarifas de electricidad se suma al
anuncio hecho la semana anterior de que los diputados tienen varias ‘planillas’
para nombrar sus seguidores y ‘servidores’ por la suma de 300 millones de
dólares anuales. Planillas acordadas entre el Ejecutivo y el órgano legislativo
hace varios años. También estamos presenciando el juicio del expresidente
Martinelli (2009 – 2014).
Se han dado 108 concesiones para construir represas sobre
los ríos panameños. Hay un total de 41 que están operando. Los concesionarios
constituyen lo que parece un ‘directorio’ de los financistas de los partidos
políticos. Aparecen los apellidos que suelen ser mencionados por los medios de
comunicación como los ‘dueños’ de los partidos.
Se acerca el torneo electoral de mayo de 2019 donde se
enfrentarán los mismos partidos que se reciclaron hace treinta años, después de
la invasión norteamericana de 1989. Cada uno tiene el mismo modelo para aplicar
en su gestión administrativa. Por un lado, cumplir con las exigencias de los
organismos norteamericanos en materia de economía y en lo referente a las
políticas sociales: Mas desregulación, más flexibilización y más privatización.
Además, reducir los presupuestos para la educación, salud y seguridad
comunitaria. Por el otro lado, identificar los rubros presupuestarios más sustanciosos
que pueden ser atacados y despojados de sus riquezas: Finanzas, infraestructura
y el sector social.
Los partidos políticos, sin embargo, pierden cada vez más
legitimidad y credibilidad. Su poder de
convicción se corroe y no pueden caminar con la misma agilidad de antaño.
Sectores económicos que financian a los partidos están lanzando candidatos
independientes con la finalidad de sondear a los votantes que no quieren saber
de los partidos. Incluso, los pre-candidatos se desprestigian al salir a la
palestra simplemente por la presencia del equipo partidista que le hace
compañía. Los tres partidos más grandes (PRD, CD y Panameñista) realizarán
primarias en los próximos dos meses. Ganarán candidatos que tienen alrededor de
30 años militando en los partidos. No hay caras nuevas ni propuestas que
incluyan las necesidades del país. El partido de izquierda, el Frente Amplio
por la Democracia (FAD), que no realizará primarias, tiene la oportunidad de
presentar caras nuevas y propuestas contundentes.
19 de
julio de 2018.
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