A escala mundial, el año 2019
siguió la pauta establecida por la crisis del desarrollo capitalista. La tasa
de crecimiento económica siguió cayendo y el desarrollo social negativo arroja
más familias a las filas de la pobreza. La guerra comercial entre China y EEUU
expresa esta crisis en términos geopolíticos. A su vez, la presidencia de Trump
es una muestra de la crisis de hegemonía que sacude a EEUU. La pregunta es si
el sistema-mundo capitalista está en una crisis terminal (Wallerstein) o si la
crisis de hegemonía es del capitalismo norteamericano que espera su sucesor
(Arrighi).
En América latina, en 2019, los estudiosos de la política
abandonaron sus tesis sobre los ciclos y EEUU continuó interviniendo en los
asuntos internos de la región. Washington sacó al presidente Evo Morales de
Bolivia mediante un movimiento de los cuarteles, le vendió armas a los
gobiernos sometidos a sus políticas como nunca antes y amenazó a Cuba,
Venezuela y Nicaragua con invasiones militares. Al mismo tiempo, sin embargo,
surgieron gobiernos anti-neoliberales en México y Argentina. El Grupo de Lima y
la OEA siguen creando zozobra, bajo el liderazgo de EEUU. A pesar de los malos
augurios, los movimientos sociales en la región crearon esperanzas de un nuevo
despertar en los países de la región.
En el caso de Panamá, en 2019 el país dio muestras de
hundirse cada vez más en una maraña caótica de corrupción cuyo desenlace es
impredecible. El sistema se alimenta de la corrupción, fortalecido por las
políticas públicas de los últimos 30 años, que generan una creciente
inestabilidad social e ingobernabilidad política. La falta de gobernabilidad se
acopla a una rápida disminución de la tasa de crecimiento económico en los
últimos años. Mientras que entre 2008 y 2011 las tasas de crecimiento del PIB
eran de dos dígitos, entre 2016 y 2019 han disminuido a sólo el 3.5 por ciento
anual.
En 2019 Panamá celebró elecciones para nuevo Presidente de
la República y otros puestos públicos. Al igual que en los últimos 30 años, se
impuso una maquinaria que controlan tres partidos políticos. En este caso, ganó
por un margen muy pequeño el Partido Revolucionario Democrático (PRD) y su
candidato, Laurentino Cortizo. El nuevo mandatario aseguró que pondrá fin a la
corrupción. Para poner fin a este flagelo hay que transformar el sistema
político y económico. Cortizo no pretende llegar tan lejos. En los seis meses
de gobierno han estallado escándalos de corrupción que no son enfrentados.
Incluso, después de dejar la Presidencia (2014-2019), Juan
C. Varela, se dieron a conocer sus conversaciones con altos funcionarios
comprometiendo su gestión. Las grabaciones hechas públicas fueron bautizadas
como los ‘Varelaleaks’. A principios de año fue enjuiciado el presidente
anterior (2009-2014), Ricardo Martinelli, quien fue absuelto por razones
técnicas de espiar a sus adversarios políticos. En un período de 10 años se
cree que el fisco perdió miles de millones de dólares por malos manejos del
tesoro nacional. En otra escala, diputados y magistrados de la Corte Suprema de
Justicia también son acusados de corrupción.
En 2019 colapsaron los servicios de salud, el sistema
educativo y el aparato de seguridad panameños. Además, los programas
ambientales, los tránsitos por el Canal de Panamá y la agro-industria tienen
serios problemas que no se quieren solucionar. La Caja de Seguro Social (CSS)
que maneja un presupuesto que supera los US$3 mil millones anuales está en
quiebra por la corrupción. La falta de planificación en la construcción de
centros de salud inoperantes y el pago de servicios que se externalizan, forman
parte del engranaje del sistema. Igualmente, la falta de planificación en el
sector educación genera despilfarro y más corrupción. A fines de año se produjo
la matanza más terrible de la historia panameña cuando 15 reclusos fueron
asesinados dentro del centro penitenciario La Joyita. Las autoridades pretenden
tomar distancia de la tragedia aduciendo que fue parte de una guerra entre
‘pandillas’.
La deserción escolar aumentó en 2019 y las ‘escuelas rancho’
atienden cada vez más niños. El presupuesto nacional cubre menos las
necesidades de la población que, sin planificación, encuentra planteles donde
no hay población y población donde no hay escuelas. En el sector salud se
desvían recursos que no se destinan a la adquisición de medicamentos,
mantenimiento o a la formación de auxiliares. Se criminaliza la pobreza y se
hace la vista gorda de los crímenes de ‘cuello blanco’ en el sector financiero.
26 de diciembre de 2019.
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