George
H.W. Bush fue el cuadragésimo primer (41) presidente de Estados Unidos
(1989-1993). Será recordado como el presidente (hubo un total de 12) más
anodino del siglo XX de ese país. Todo lo que hacía era mal concebido por un
equipo de asesores mediocres, que se encontraban en la Casa Blanca gracias a la
popularidad de su predecesor, Ronald Reagan.
Hay dos razones para dedicarle un espacio al que los medios
norteamericanos llamaban el ‘wimp’ (debilucho). En primer lugar, por declararle
la “guerra total” a Panamá. La aventura militar desatada en diciembre de 1989
le costó la vida a miles de panameños inocentes. En segundo lugar, para
entender porque los medios norteamericanos ensalzaron la figura de Bush para
contrastar su ‘humildad’ con la arrogancia del actual mandatario, Donald Trump.
Desde su juventud, pasando por sus años de formación
política, su paso por la Presidencia, hasta su muerte, siempre fue un
instrumento en manos de otros que lo utilizaron para cumplir con las tareas más
deleznables. Hijo de una familia arribista cuyo padre se hizo millonario
contrabandeando energéticos hacia Alemania durante la segunda guerra mundial,
don dinero le permitió mezclarse con la aristocracia de la costa oriental
norteamericana. Una anécdota sirve para situar al padre de George – Prescott S.
Bush - en su lugar: Antes y durante la Segunda Guerra Mundial (entre 1934 y
1943) manejaba una empresa naviera que alimentaba al gobierno nazi con petróleo
texano en barcos que utilizaban la bandera de conveniencia panameña.
El periodista norteamericano, Greg Grandin, define a Bush
como ícono del ‘establecimiento WASP’ y represor brutal del Tercer Mundo. “Los
servicios funerarios (realizados a principios de diciembre) lo han querido
convertir del terrorista que era en un héroe”. La sigla WASP traducida al
español quiere decir blanco, anglo-sajón y protestante. Gracias a las conexiones
financieras de su padre Prescott, logró convertirse en protegido de los clanes
Harriman y Rockefeller que lo atrajo al presidente Richard Nixon quien lo
nombró embajador en la ONU, Pekín y finalmente director de la CIA.
Antes de cumplir un año en la Casa Blanca, Bush ordenó la
invasión de Panamá. La lista oficial de muertos aún no existe pero se calcula
que fueron varios miles. La Iglesia católica celebró una misa campal dándole la
bienvenida a los invasores y presentando una lista de poco más de 500 víctimas
fatales.
Una agencia de
Derechos Humanos de EEUU informó que las fuerzas armadas norteamericanas no
respetaron la regla de evitar la pérdida de vidas de no combatientes en áreas
residenciales. Todo lo contrario, no se le avisó a la población del bombardeo
que se desató sobre la ciudad de Panamá (concentrado en el barrio de El
Chorrillo) en la medianoche, poco antes de la Navidad. La Universidad de Panamá
reportó 442 explosiones en las primeras 12 horas de la invasión, una bomba cada
dos minutos, que destruyeron 4,000 hogares. La Iglesia católica no fue la única
que celebró. También salieron a la calle para abrazar a los invasores los
miembros de los partidos políticos que recuperaron el poder trepados en los
tanques norteamericanos. Todavía siguen en el poder casi 30 años después.
La muerte de Bush se
produce en medio de una guerra que está desgarrando el tejido de la oligarquía
norteamericana. El presidente Trump - quien cumple en enero dos años en la Casa
Blanca - está cuestionando la legitimidad de los oligarcas que han estado
guiando a EEUU hacia un objetivo de grandeza global. Los califica de traidores,
que quieren entregar las riquezas del país a intereses foráneos, entre ellos
europeos y chinos. Los acusa también de promover la inmigración de etnias
indeseables a EEUU. Sus ataques los adereza con su popularidad entre los
sectores más conservadores del país a quienes suma a los millones trabajadores
que se encuentran desempleados o cuyos ingresos han disminuido en los últimos
lustros.
La ‘vieja’
oligarquía contra-ataca acusando a Trump de ser inepto para gobernar y de estar
en alianza con Rusia para conservar el poder. Durante tres días, los medios
levantaron la figura de George Bush I para recordarle al pueblo de EEUU como
debe comportarse un buen presidente de EEUU. Hay indicios que la táctica no
funcionó y Trump sigue su curso. A sus adversarios políticos sólo les queda el
enjuiciamiento (impeachment) para ver si lo pueden desbancar. El mundo espera
una reacción del pueblo norteamericano.
13 de diciembre de 2018.
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