“Aproximadamente a las 12 horas, fue asesinado nuestro compañero José Remedios Aguirre Sánchez, candidato de Juntos Haremos Historia a la alcaldía de Apaseo del Alto”. Parece una novela de García Márquez. Pero tristemente no lo es. Es la realidad cotidiana mexicana, que salpica con sangre la campaña electoral de ese país. Así comienza un comunicado del Partido MORENA del candidato a la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Según el comunicado, suman 21 militantes de Morena
asesinados. La oligarquía mexicana quiere evitar el triunfo de AMLO en las
elecciones del 1 de julio de 2018. Detrás de las fuerzas sociales más
retrógradas de México se encuentra EEUU que abiertamente interviene en el
proceso electoral de ese país. AMLO no es de izquierda pero es un nacionalista
decidido. Con sorprendente habilidad ha logrado reunir en torno a su
candidatura a sectores de derecha moderados, del centro y también de la
izquierda política. Incluso, cuenta con el apoyo de las iglesias evangélicas
del país azteca.
AMLO plantea que México es de los mexicanos y levanta como
bandera el rescate de los recursos del país. Comienza por el petróleo que ha
sido entregado a empresas norteamericanas. Seguiría con la agricultura que es
controlada por corporaciones del país del norte. Plantea el fin de la guerra
contra las drogas y el desmantelamiento de los carteles que forman parte de
redes vinculadas a Washington. También pondría fin a las migraciones de mano de
obra barata que entran ilegalmente a EEUU. Le exigiría a EEUU un acuerdo para
proteger a los migrantes mexicanos que cruzan la frontera para trabajar en el
sector agrícola y de servicios en el país del norte.
Lo que más inquieta a Washington – sobretodo al presidente
Trump – es la agenda de AMLO para poner fin a la injerencia de EEUU en los
asuntos latinoamericanos. Eso significaría que en el caso de Venezuela el
gobierno norteamericano tendría que demostrar que sus acusaciones contra la
patria de Bolívar tienen fundamento. No respaldaría las maniobras del llamado
Grupo de Lima creado por Washington para desestabilizar a Caracas.
El próximo domingo, 20 de mayo, hay elecciones en Venezuela.
EEUU ha dicho que no reconocerá ese proceso y seguirá tratando de aislar al
gobierno del presidente Maduro.
El siguiente domingo, 27 de mayo, habrán elecciones en
Colombia donde un exmilitante de la guerrilla M-19, Gustavo Petro, quien
encabeza una amplia alianza política, tiene posibilidades de ganar. Si OMLA
llega a la presidencia en México le será más difícil a EEUU intervenir en los
procesos electorales de la región. Más aún, en octubre hay elecciones en
Brasil. El expresidente Lula de Silva es el favorito para ganar. Para detener
el ímpetu que tiene Lula, el gobierno de Brasilia, con el apoyo de la
oligarquía paulista, lo encarceló sin presentar pruebas de haber cometido
delito alguno.
AMLO tiene sobre sus hombros un reto enorme: Llegar a las
elecciones y defender su triunfo. El camino está lleno de obstáculos y la meta
final es aún más escabrosa. En el pasado se han cometido ya dos fraudes que le
han quitado la presidencia de su país. Incluso, si gana las elecciones y es
ungido por el Congreso tiene que evitar los ataques de todo tipo, incluso
armados, contra su integridad y la de su gestión.
En total en 2018 se celebran 7 elecciones presidenciales en
la región. Ya se celebraron tres: Costa Rica, Paraguay y Cuba. A fines de mayo
en Venezuela y Colombia. En julio en México y en octubre en Brasil. Todo indica
que la decisiva se va a realizar en México. La correlación de fuerzas entre las
tendencias políticas, que actualmente caracteriza a América latina, cambiaría si
AMLO llega al poder. Incluso, puede influir sobre la liberación de Lula y su
participación en las elecciones brasileñas programadas para octubre. México
haría el papel que Panamá se ha negado a asumir en su política exterior. México
podría convocar – como lo ha hecho en el pasado – a la región para servir de
intermediario en el conflicto entre EEUU y Venezuela. México podría influir
sobre otros países – como Uruguay, Perú y Costa Rica – para que asuman otra
posición más constructiva en la región. Si Brasil se sumara, con Lula a la
cabeza, podríamos concluir que 2019 será un año de reconstrucción para la
región. Un fin a la violencia y el inicio de la paz.
17 de mayo de 2018
No comments:
Post a Comment