La
reacción agresiva de EEUU contra Panamá, El Salvador y República Dominicana
tiene que ver con la guerra comercial declarada por Washington contra China.
Además, tiene que ver con el interés de la potencia norteamericana de
desestabilizar los gobiernos latinoamericanos. El presidente Donald Trump
aumentó unilateralmente los aranceles a productos chinos que entran al mercado
norteamericano. Esta medida fue rechazada por China, los grandes industriales
norteamericanos y el resto del mundo. El próximo año los consumidores
norteamericanos sentirán la medida en sus bolsillos.
EEUU
también alimenta un conflicto territorial con Pekín sobre el Mar del Sur de
China. Desde la incursión inglesa en esa área de intenso comercio regional en
el siglo XIX y el triunfo norteamericano en la II Guerra Mundial (1945) esas
aguas le eran vedadas a los chinos. En el siglo XXI, Pekín quiere recuperar su
soberanía sobre ese mar propio. Para sumar ofensivas, EEUU acaba de imponer
sanciones a la empresa Equipment Development
Department (EDD) -responsable de las armas y el equipo del Ejército chino -
y a su director, Li Shangfu - por haber comprado armamento a la firma estatal
(rusa) Rosoboronexport, la mayor exportadora de armamento, que anteriormente
había sido sancionada por Washington.
Estos puntos constituyen el contexto en el cual EEUU da a conocer su amenazante comunicado que genera preocupación en la región latinoamericana.
Estos puntos constituyen el contexto en el cual EEUU da a conocer su amenazante comunicado que genera preocupación en la región latinoamericana.
EEUU
acusa a “los países en la región” de buscar “relaciones con socios
desconocidos”, que usan “métodos (que) carecen de un record positivo” y tienen
una “tendencia perturbadora”. El comunicado de Washington agrega que “muchas de
estas transacciones carecen de transparencia”. A pesar de la ambigüedad y falta
de transparencia del comunicado, queda claro que EEUU pretende crear zozobra en
la región por sus relaciones con China.
EEUU
se arroga el derecho de “prevenir y combatir la corrupción” en América latina.
Las acciones que pueda tomar Washington “es esencial para tener democracias
fuertes y funcionales en todo el continente americano”. El comunicado fue
emitido por la embajada de EEUU en El Salvador. Por alguna razón que desconozco
no se emitió por el Departamento de Estado en Washington. Sin embargo, es una
clara adenda a la Doctrina Monroe promulgada hace 200 años.
En
su estrategia intervensionista, EEUU hace énfasis en el ‘combate a la corrupción’.
No es casualidad que logró enjuiciar a Lula en Brasil por acusaciones
infundadas de corrupción. Igual está haciendo con gobernantes antiguos en
Argentina y Ecuador. Pretende hacer lo mismo con los presidentes en funciones
de Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Todos en su momento han cuestionado las
políticas
arbitrarias de EEUU. La respuesta ha sido rápida y contundente por parte de
Washington.
Es
un mensaje claro a los partidos políticos gobernantes de los tres países del
área centroamericana y del Caribe. Especialmente el FMLN que ha mantenido un
equilibrio muy difícil entre sus políticas sociales y sus relaciones con EEUU
durante dos períodos. Con una clara mayoría electoral en El Salvador, el ex -
ejército guerrillero tiene las manos atadas por Washington. La conexión china
puede darle a los intereses más retrógrados en EEUU la oportunidad para iniciar
una campaña desestabilizadora similar a la promovida en Nicaragua.
En
el caso de Panamá, el presidente Varela respondió que la decisión de Trump
de llamar a consultas a los diplomáticos "son temas internos del Gobierno
de EEUU" y que Panamá respeta y aseguró que la relación con China va a
traer muchos beneficios al istmo y en nada va a afectar la relación con un
socio estratégico. Varela le recuerda al gobierno norteamericano que las
relaciones con China no pretenden desconocer la relación especial que Panamá
tiene con EEUU.
El
problema de fondo que explica la ‘guerra comercial’ y la diplomacia agresiva de
Washington hay que buscarlo dentro de EEUU.
El estancamiento económico ha generado problemas políticos internos que
se traducen en fenómenos – incomprensibles para muchos - como Trump. Las
protestas sociales con ribetes clasistas y racistas aparecen cada vez con más
fuerza. Estos fenómenos se traducen en una crisis de hegemonía del
establishment que perdió la Casa Blanca y quiere evitar el colapso de su
proyecto de ‘globalización’.
China
forma parte del proyecto de ‘globalización’ del establishment. Es el motor de
la economía capitalista mundial que es aceitada por quienes controlan las
finanzas a escala global. Trump representa, en cambio, al sector del capital
norteamericano que quiere concentrar la industria en EEUU y habla de ‘hacer
América grande otra vez’. Para el inquilino de la Casa Blanca el enemigo es
China. En cambio, el amigo es Rusia.
En
este juego geopolítico fueron atrapados los eslabones más débiles de América
latina: Panamá, República Dominicana y El Salvador.
27 de septiembre de 2018.
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